San Lorenzo de Almagro sigue pisando fuerte en el interior de nuestro país. Santa Fe, Córdoba, Rosario, Y ayer, Santiago del Estero son prueba fehaciente.
Es donde los chicos se sueltan. La presión de jugar en el Nuevo Gasómetro es insostenible. Racha negativa, canticos contra la dirigencia. Es difícil.
Frente a Central Córdoba, el Ciclón salió a esperar utilizando como plan A el contragolpe vía Cerutti, Braida, Elías y Bareiro.
La primera etapa se fue sin pena ni gloria, con una excelente tapada de Batalla ante Renzo Lopez, algunos remates de media distancia de Gonzalez Metili y tibias aproximaciones del visitante.
En el entretiempo, Rubén Insúa, seguramente acentuó conceptos tácticos, y además, como lo debe hacer día tras día el protagonismo que debe tener un grande como SAN LORENZO en cualquier estadio en el que se presente.
A las pruebas me remito. Todo cambió en el segundo período. Sobre todo, a los ocho minutos con el ingreso de Iván Leguizamón, aquel juvenil que nos sorprendió gratamente frente a Arsenal. A dos minutos de su ingreso, luego de un pase gol de cabeza por parte de Ezequiel Cerutti, rubricó el uno a cero con un remate de zurda que ingresó junto al poste izquierdo de Toselli. En ese instante comenzó la desesperación del local, y el Ciclón lo aprovechó. Si bien Augusto Batalla evitó el empate con una salida cinematográfica, San Lorenzo se sentía cómodo con cada contragolpe mediante triangulaciones entre Giay (ingresó por el lesionado Perruzzi), Cerutti, Bareiro y el As de espadas, Iván Leguizamón, Quien en una carrera maratónica dejo atrás a Di Benedetto, quien tuvo que cometerle penal.
El mismo fue ejecutado por Adam Bareiro de manera muy pronunciada, pero violenta, lo que posibilitó el quiebre de la resistencia de Toselli. Faltaban cuatro minutos para el final y las cartas estaban echadas.
El “Madre de Ciudades “era testigo de como los pibes del Padre Lorenzo Massa seguían su racha positiva en el interior del país.